Spanish Hymn T-Z

Tuyo soy Jesus


Tuyo soy, Jesús, ya escuché la voz
De tu amor hablándome aquí;
Mas anhelo siempre servirte oh Dios,
Y más cerca estar de Ti.


Coro
Aún más cerca, cerca de tu cruz,
Llévame, ¡oh, Salvador!
Aún más cerca, cerca, cerca de tu cruz,
Llévame ¡oh, buen Pastor!


A seguirte a Ti me consagro hoy,
Constreñido por tu amor,
Y mi espíritu, alma y cuerpo doy,
Por servirte mi Señor.


¡Oh! Cuán pura y santa delicia es,
De tu comunión gozar,
Y contigo hablar y tu dulce voz
Cada día escuchar.


De tu grande amor no comprenderé
Cuál es la profundidad;
Hasta que contigo Jesús esté
En gloriosa eternidad.

 


Un buen amigo tengo yo


Un buen amigo tengo yo, su amor salvó mi vida;
y por su muerte gozo hoy tal gracia inmerecida.
Y con el lazo de este amor, que nunca se ha cortado,
seguro puedo siempre andar, a él estoy ligado.


Un buen amigo tengo yo, el ser me dio al crearme,
y a sí mismo se entregó a fin de rescatarme.
Pues, cuanto tengo es todo de él, él mismo me lo ha dado;
mi vida, fuerza y corazón, a él le he entregado.


Un buen amigo tengo yo, el Todopoderoso,
que quiere al fin llevarme a mí a su hogar glorioso.
Para animar mi vida aquí, me deja ver su gloria,
y con la ayuda que me da yo gano la victoria.


Un buen amigo tengo yo, tan fiel y tan amante;
mi sabio consejero es, mi protector constante.
De quien al mundo tanto amó, jamás podrá apartarme
ni el mundo, ni la muerte, pues soy suyo para siempre.

 


Un dia que el cielo sus glorias cantaba


Un día que el cielo sus glorias cantaba,
Un día que el mal imperaba más cruel,
Jesús descendió y al nacer de una virgen
Morando en el mundo nos dio ejemplo fiel.


Vivo, me amaba, muerto, salvóme;
Y en el sepulcro mi mal enterró;
Resucitado, me dio justicia;
Un día Él viene, pues lo prometió.


Un día lleváronle al monte Calvario,
Un día claváronle sobre una cruz;
Sufriendo dolores y pena de muerte,
Se dio por mi eterno rescate, Jesús.


Un día dejáronle solo en el huerto,
Un día la tumba su cuerpo encerró;
Los ángeles sobre Él guardaban vigilia,
Así fue que el Dueño del mundo durmió.


Un día el sepulcro ocutarlo no pudo,
Un día a su espiritual cuerpo volvió;
Habiendo a la muerte por siempre vencido,
A la diestra del Padre Jesús se sentó.